martes, 14 de abril de 2009












Taller de la voz
Paisaje sonoro
Soledad Benegas


Llovía, llovía mucho,era inivitable en una primera instancia
separarme del sonido del agua, hasta que lentamente fui
lograndolo y fui dejandome penetrar por los demas sonidos.
motores, animales, un zurdo que sonaba a lo lejos. El
sonido del agua ya no me molestaba, al contrario,
acompañaba, cada vez más profundo, cada vez mas
placentero. Mis hijos llegando a casa, gritos, risas, peleas,
pero nada molestaba, nada
Lentamente comencé a reincorporarme, con los dedos
de la mano, los del pie, a sentir el cabello mojado sobre la cara,
los brazos, las piernas, la cola, la boca.
y así, lentamente a abrir los ojos.



Taller de la voz
Paisaje sonoro
Soledad Benegas
08/04/09

Niños pelean, su mamá les grita, música que endulza,
el taratata de las chapas que también danzan, voces,
movimientos, autos, giros.
Nariz que habla, nariz que siente, nariz que huele.
Susurros, luces, el mundo exterior aturde alborotado,
intranquilo, apurado.
Siento calma, deseo continuar, adentrarme.
La música, los sonidos, el olor, el movimiento,
me llevan, me dejo llevar.
Temor, susto.
El niño que llora, donde está su mamá, no puedo oirla
Silencio. Silencio.

lunes, 13 de abril de 2009

Vacío / escuchA


acción performántica realizada el sábado 11 de Abril de 2009 por alumnos del Taller de Investigación Vocal coordinado por la Lic. Eugenia Qoqi Méndez.

La acción consistió en anular la vista, cubriendo los ojos con el objetivo de profundizar la escucha conciente del campo sonoro a medida que el público llegaba a la sala La gloriosa. De esta forma los performers tenían como misión captar el paisaje sonoro previo al comienzo de la obra Periplo, cartas al infinito del grupo La Vorágine.

En estos videos se observa el trabajo de escucha conciente con anulación de la visión realizado por los alumnos.











jueves, 9 de abril de 2009

El teatro y la peste. Antonin Artaud

El teatro y la peste

Luego de la peste…

… los pulmones y el cerebro afectado ennegrecen y se gangrenan. Los pulmones. Ablandados, caen en láminas de una desconocida materia negra: el cerebro se funde, se encoge, se deshace en una especie de negro polvo de carbón.
De este hecho cabe inferir dos observaciones importantes: la primera, que en el síndrome de la peste no hay a veces gangrena del cerebro o los pulmones, que el apestado está perdido aunque no se le pudra ningún miembro. Sin subestimar la naturaleza de la peste, podemos decir que el organismo no necesita de la presencia de una gangrena localizada y física para decidirse a morir.
Segunda observación: los únicos órganos que la peste ataca y daña realmente, le cerebro y los pulmones, dependen directamente de la conciencia y de la voluntad. Podemos dejar de respirar o pensar, podemos apresurar la respiración, alterar su ritmo, hacerla conciente o inconciente, introducir un equilibrio entre los dos modos de respiración: el automático, gobernado por el gran simpático, y el otro, gobernado pro los reflejos el cerebro, que hemos hecho otras vez conscientes.
Podemos igualmente apresurar, moderar el pensamiento, darle un ritmo arbitrario. Podemos regular el juego inconsciente del espíritu. No podemos gobernar el hígado que filtra los humores, ni el corazón y las arterias que redistribuyen la sangre, ni intervenir en la digestión, ni detener o precipitar la eliminación de materias en el intestino. La peste parece pues manifestarse presencia afectando los lugares del cuerpo, los particulares puntos físicos donde pueden manifestarse, o están a punto de manifestarse, la voluntad humana, el pensamiento y la conciencia.

De esto surge la fisonomía espiritual de un mal con leyes que no pueden precisarse científicamente… con tales rarezas, misterios, contradicciones y síntomas hemos de comprender la fisonomía espiritual de un mal que socava el organismo y la vida hasta el desgarramiento y el espasmo, como un dolor que al crecer y ahondarse multiplica sus recursos y vías en todos los niveles de la sensibilidad.